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miércoles, diciembre 13, 2006

Dos caras de la moneda

El otro día estaba buscando monedas de 10 pesos para tomar el metro. Y me fijé en que todavía siguen en circulación. Y me puse a pensar, que los símbolos que yo digo le ponen tanto color, como la bandera y esos protocolos absurdos de ceremonias, a veces nos dicen tanta verdad. Y me encuentro con otro personaje que pensó lo mismo el 2004.

Y cómo en una moneda se puede simbolizar tanto.

Porque la vida da círculos, el dinero también, y las cosas vuelven a pasar. Suena pesimista, pero es cosa de ser sensatos. Me leí “Isla 10” de Sergio Bitar en el verano y también el libro que escribió Pinochet sobre el 11. Así que lo tengo todo claro (al menos esas dos subjetivas partes).
De alguna extraña forma me alegra que dos grupos hayan dejado de reprimir sus emociones y hayan salido a las calles estos días. Realmente si pienso en mí, hay veces que he pensado que me guardo cosas, pero hay gente que de verdad se pasa. En un principio, pensé que quizás tenía que ver con la fisonomía de la mujer, con todo lo que dice la teoría de que retiene más que el hombre y por eso no me sorprendía ver a tantas mujeres en las calles, con caras desencajas de la emoción, pero después la cosa se equilibró y entonces dije, esto no tiene nada que ver con la fisonomía, esto es cultura pura. La cultura real que existe y que a pesar de que todos reclamamos, pocos parecen querer cambiarla.

El resentimiento se vive brígido acá o recién yo me di cuenta aquí; lo puedo ver en el new rich, en el apocado, en el arribista, en lo que se demora la gente en reclamar un plato mal hecho en un restaurant, en el que habla de dinero en voz alta y en la calle, en el que reacciona en masa pero, cuando está solo se le hace. Yo lo veo cada cierto tiempo muy seguido. Y entonces, ¿qué me da lata? Me da lata que aún haya gente que no asuma que un país moderno no es uno que se llena de malls con palmeras traídas del Caribe, ni con un duopolio de medios de comunicación, ni sin pymes, ni con minerales de tres lucas en fiestas electrónicas, ni con una política de consenso en 16 años por el hecho de no tener una mayoría parlamentaria para poder votarlas, ni con periodistas que pierden pega por decir lo que realmente ocurre.

Leía una entrevista a un psicólogo hace un tiempo y decía que en Chile están sobrediagnosticadas las depresiones por un tema que tenemos un erróneo concepto de la felicidad. Y que creíamos anormal pasar por crisis, tener lata todo un día o llorar sin parar una tarde. Y ahí explicaba que una cosa era sentir rabia, pero que el resentimiento era algo ya patológico. Y yo no podía estar más de acuerdo. Porque uno no puede guardar odio tanto tiempo y quedarse callado. Por eso, de alguna forma me conformo con las reacciones que se vivieron. Para algunas personas fue algo que no podían perderse, pero para otros significó algo mucho más profundo. Para ambos lados.
Pero a mi me dio pena. Porque realmente lo que me asombra más es que para algunas personas haya importado más las cuentas en el banco Riggs, que las personas detenidas y hechas desaparecer. En realidad, a estas alturas nada me asombra y eso es lo peor de todo, porque estoy segura que van quedando pocas cosas que lo hagan.

Porque a pesar de que cualquier cosa pase, el mundo al otro día sigue girando, la vida continúa, y todo es circular. Como una moneda.
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La gente de Plataforma Urbana escribió sobre la realidad urbanística que dejó el que ya saben.
Una nota del Página 12 de Argentina imperdible.

Y por último, como si Sting lo hubiera sabido, aquél 1987, año de esta canción.

*Fotos de Pablo Alexis Padilla Rubio
*Imagen del encabezado del GRAN Hernán Vidal, alias Hervi y su libro "Chao no más". Fundamental

1 Comments:

Blogger Carlos quizo decir...

Hola, creo que esta historia tiene una tercera cara, la de los que no son ni pinochetistas, ni anti-pinochetistas, siento que ese grupo no es sinónimo de indiferencia; por silenciosos no tienen espacio en los medios masivos

ahora, creo que lo propiamente cultural de nuestro país actualmente es creer y autocomplacerse (como una masturbación cultural) por ser moderno, desarrollado lo que NO significa que realmente lo sea, pero influye en la "decaída autoestima nacional", igual como una masturbación no es lo msimo que con una persona real, que se conoce, que atrae etc (harto bruta mi metafora)

Saludos,
Carlos

p.d: esperaba más de la crónica de página/12 o será que me duele la cabeza

13 diciembre, 2006 20:15  

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