http://www.makepovertyhistory.org - Captcha mental -: noviembre 2007

jueves, noviembre 22, 2007

nada de loser

Por si alguien no lo leyó y le interesa leer ideas lúcidas. Por lo demás, responde a la -como es habitual ya- alharaca de quienes se "quejan" de que venga a tocar previo a The Police y no solo. Es del Página 12, de la edición del jueves pasado.

Mis p/r destacadas, mientras pongo play en Cellphone's Dead

(...)

—Tenés un single nuevo, Timebomb, que se puede descargar de tu página y de iTunes. ¿Cuál es la bomba de tiempo de la que habla la canción?

—Es ambiguo, podría ser cualquier cosa. Es como “submarino amarillo”: ¿qué es eso? Lo de la bomba de tiempo es una imagen simple que puede aplicarse a muchas cosas: un sentimiento, un sonido, al mundo en que vivimos...

—A la política, al medio ambiente...

—Seguro. Son todas esas cosas que estamos haciendo en nuestro mundo sin pensar en la repercusión. ¿Qué va a pasar a largo plazo? Incluso lo que nos hacemos a nosotros mismos. Los celulares, por ejemplo: ¿qué les harán a nuestros cerebros para cuando tengamos 70 años? No lo sabemos, pero es otra de esas cosa en las que no queremos pensar.


—Pese a que hacés muchas entrevistas, sos una especie de misterio. ¿Cuidás tanto la privacidad porque creciste en una ciudad como Los Angeles, donde impera el culto a las celebridades?

—Hay un problema, pero es con los periodistas. Cualquiera que escribe una historia está buscando un arquetipo: deben existir unas diez categorías para los músicos, o para las celebridades, y todos tienen que entrar en una de esas cajas. Y yo simplemente no encajo en ninguna, ¿entendés? Hay cosas que no les cierran: ¿cómo puede ser que yo haya crecido en el barrio (en español), y haya leído a Rimbaud y Borges mientras escuchaba el blues del delta del Mississippi? No sé, pero gracias a Dios que existen las bibliotecas, lugares a los que podés ir a explorar si tenés 14 años y sos curioso, aunque no tengas un centavo en los bolsillos. Ahora es todavía más fácil con la internet... Así que, en cierto sentido, soy una mezcla de razas, como un perro mestizo. Durante los años que llevo haciendo música me volví más aceptado porque ahora hay más personas que crecieron con internet y que tiene un collage de ideas e influencias, y ninguna de ellas encaja en los arquetipos. Antes, o eras heavy o punk, una de dos; ahora podés ser ambas o ninguna. No sé si eso responde a tu pregunta...

—Vos dijiste que pertenecés a la Cienciología y que también sos judío. ¿Cómo influye la religión en tu forma de hacer música?

—No lo sé, supongo que en un sentido son cosas separadas... Pero no, porque lo que a uno lo influye es vivir la vida. Cuando escribo una canción, la música es sólo música, es parte de una tradición: estoy contribuyendo a un sonido que se está haciendo desde hace cientos de miles de años. Y lo que lo influye son Bo Diddley, Mozart, la música tribal africana... Todo lo que es parte de ese sonido. Lo que pasa en mi música es que en parte es lo que tengo adentro, cómo veo algo o lo que quiero decir sobre un tema, pero también es simplemente hacer arte. Y eso es misterioso y nadie sabe de dónde viene. Definitivamente, cuando era chico me influyó mucho la imaginería religiosa del blues del delta del Mississippi. Canciones como las de Skip James y Son House, esos viejos bluseros, son tan ancestrales... El rock and roll viene de la música de las iglesias, del gospel sureño, así que ese sentimiento está ahí: podés ponerle un nombre o decir que sale de cierta fuente, pero está ahí. De todos modos, nunca me siento metódicamente a escribir sobre mis creencias. Quiero decir, crecí celebrando la Pascua judía, pero nunca me senté a escribir sobre eso. Nunca se me ocurrió. Y la Cienciología no está basada en la fe, no hay nada a qué adorar, sino que es como un cuerpo de conocimiento, algo más intelectual basado en cómo funcionan las cosas. Es académico, no un misticismo. En cierto sentido, la música es nuestra conexión con eso, porque vivimos en un mundo tan estructurado y plástico que no hay real conexión con nada más alto o misterioso. La música es como nuestro último vínculo con la “otredad”, la parte de nosotros que no podemos explicar: podés llamarla espiritualidad o como se te ocurra. Aunque, sinceramente, ¡prefiero no ponerme tan metafísico!

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miércoles, noviembre 07, 2007

Anton Corbijn do it again...



faltó...