http://www.makepovertyhistory.org - Captcha mental -: julio 2007

miércoles, julio 18, 2007

entrevista Duff

"Por ahí Axl sale con algo brillante"

A días de editar su nuevo disco, el bajista de Velvet Revolver anticipa Libertad y se ríe de su ex amigo en los Guns N' Roses.

Txt: Karina Noriega. ESPECIAL PARA CLARIN

Michael McKagan (43) alguna vez describió a Seattle como "un pueblo de rock pendenciero con un underground a la moda". Fue en un vuelo hacia esa ciudad donde se convirtió en una de las últimas personas en ver con vida a Kurt Cobain (ver recuadro). Pero él, que le dio un nombre a la cerveza que vende Moe en Los Simpson , protagonizó su propio vía crucis cuando, en 1994 y poco después del suicidio del genio de Nirvana, tuvo que abandonar por completo las drogas y el alcohol, que lo llevaron a una cirugía de páncreas. Después de trece años de ese episodio, Duff es una estrella de rock que está terminando la secundaria en un curso a distancia, además del paciente padre de dos hijas de 6 y 8 que escuchan Green Day y que no habían nacido cuando Guns n' Roses era la banda más popular del planeta. A Duff tampoco le importa, ya que está orgulloso de Libertad , segundo disco con Velvet Revolver. Para recibir al Sí! , clausura un iPod donde suenan tanto Prince y Outkast como Queens of the Stone Age. También dice tener un "apartado de punk rock", que incluye a Iggy Pop y Sex Pistols, entre muchos otros. "Nunca dejo de mencionar lo importante que fue el punk para mí. Paul Simonon (The Clash) es mi bajista favorito de la historia", se entusiasma.

–¿Cómo fue el proceso de este nuevo disco con Velvet Revolver?
–Grabar el primero, Contraband, fue sencillísimo, escribimos y fuimos al estudio. Estábamos hambrientos de rock. Eramos pura explosión y ganas de tocar. Recién a los cinco meses de tour ya sabíamos bien quién era cada uno". McKagan plantea de ese modo las diferencias con Libertad , que según cuenta, "salió más naturalmente. Es un disco más orgánico, y es la expresión definitiva de lo que significa tener química entre nosotros".

–¿Qué es lo que tiene de especial como productor Brendan O' Brien para abandonar a Rick Rubin?


–No tenemos nada en contra de Rick, creemos que es un genio. Pero Brendan te hace sentir vergüenza como músico. Te digo que te intimida porque sabe tocar todos los instrumentos y es mejor que todos nosotros. Sabía muy bien lo que nos iba a funcionar nos ayudó a definir el sonido. Sabe cómo piensa un músico, así que no hay modo de no estar de acuerdo con él.

–¿Y no hubo alguna canción a la que te resististe?

–Sí, al principio no me gustaba mucho Get Out the Door . Pero uno va cambiando. Antes de que el sello se decidiera finalmente sacar el disco, ya lo veníamos tocando en los shows.

–¿Por qué no te convencía ese tema?


–Es que... no me parecía muy Velvet Revolver, pero después el vivo me demostró que funcionaba. "Si pensás que las decisiones entre nuestros egos son muy complicadas, estás equivocada", contesta cuando se le pregunta cómo hacen para ponerse de acuerdo en cosas como la lista de temas. "Las decisiones las llevamos muy bien. Es como en una votación, todos emitimos el voto y listo. Además, es todo tan fácil como conectarse al bluetooth". El también modelo de Sorum Noce, la firma de ropa del baterista Matt Sorum (¡!), no se lleva nada bien con la clasificación de rockstar. "La verdad es que me considero un trabajador más que una estrella".

–¿Qué hizo que cambiara tu relación con la popularidad?

–Tuve mis momentos más complicados. Obviamente que fue en la época de Guns n' Roses, pero ahora estoy muy tranquilo. Los primeros seis meses de GNR salíamos en todos lados y estábamos rodeados de un montón de moscas que no estaban con nosotros por cómo éramos sino por la fama. Ni siquiera sé cómo se siente ser una estrella de rock and roll. Tal vez Axl sí se sentía así.

–Ya que hablamos de él, en serio: ¿creés que pueda lanzar como corresponde el disco "Chinese Democracy"?


–Ya ni siquiera sé qué pueda pasar. Son catorce años... Pensá que nosotros en tan sólo tres meses teníamos listas quince canciones buenísimas, y él no puede definir el disco. Es el álbum más caro y lleva gastados veinte millones. Pero quién sabe, por ahí sale con algo brillante (risas).

–Y vos, más allá de VR, ¿no tenés otros proyectos musicales?

–Tengo suficiente, una banda, una familia divina y estoy terminando el colegio. El otro día me comuniqué con uno de mis profesores y me tuve que presentar. Le dije quién era, y el tipo no me identificaba. Me decía: "Oh, sí, Michael, cómo estás". Pensar que la noche anterior había tocado para 80.000 personas y él no sabía nada de mí. Esas cosas me provocan felicidad...

Libertad: fuerte y al medio

Tal como lo hacen quienes quieren asegurar un penal (fuerte y al medio), es como resolvieron los Velvet Revolver su segundo disco, tres años después de Contraband. Y los viene a confirmar como una pandilla de aristócratas sobrevivientes del reviente.

Como construcción grupal, los VR siguen atiendendo los dos teléfonos a la vez: el de lo que se puede esperar de ex Guns n' Roses y Stone Temple Pilots. Acaso lo inesperado puede terminar siendo la elección de un clásico de la FM de los 70 (Can't Get It Out Of My Head), original de Electric Light Orchestra y una de las tres baladas de un disco signado por el rock de vúmetros en rojo, clichés sintomáticos, riffs recalentados y pantalones de cuero de 900 dólares. Acaso ahora se note un poco más el amor del cantante Scott Weiland por cierto pop metalizado (Cheap Trick, Redd Kross), también apoyado por un productor (Brendan O' Brien) que saca brillo ahí donde el óxido parece que va a devorarse el disco. En resumen, el negocio de los VR sigue siendo ser ellos mismos. Mejor dicho: lo que se espera de acuerdo a lo que se sabe que pueden entregar.

Yo fui testigo: el último vuelo de Kurt Cobain

Duff McKagan fue una de las últimas personas en ver vivo a Kurt Cobain. En abril de 1994, el líder de Nirvana se escapaba de Exodus, el famoso centro de rehabilitación de Los Angeles donde había sido internado por sugerencia de su esposa, Courtney Love. Dos horas después de saltar la tapia del establecimiento, con su tarjeta de crédito sacó un boleto rumbo a Seattle para el vuelo 788 de Delta. Tal como lo documenta la historia (y su biógrafo Charles R. Cross en el libro Heavier Than Heaven), poco después compartía el vuelo primera clase rumbo a Seattle con el por entonces bajista de GNR, Duff McKagan, con quien charló dos horas treinta. Según explica Cross, "cuando el avión llegó a destino, McKagan amagó de preguntar a Kurt si quería que lo llevara a alguna parte, pero cuando se dio vuelta, Kurt ya había desaparecido". Y así fue como Duff se transformó en una de las últimas personas en ver con vida a Kurt, que se suicidaría pocos días más tarde en el invernadero de su mansión.

"Sí, ambos somos de Seattle, así que compartimos el vuelo de regreso a casa. Nos la pasamos todo el tiempo charlando de las cosas que teníamos en común. Vos debés saber cómo es el tema del alcohol y las drogas (N. de R.: Duff estaba atravesando su peor momento con una pancreatitis aguda debido al abuso). Así que charlamos sobre el modo en que afectaban nuestras relaciones personales y lo difícil que resultaba parar. Dos días después Kurt se suicidaba, pero lo cierto es que es uno entre todos los que desaparecieron por sobredosis. Un montón de amigos se me fueron. Perdí a mi mejor amigo en 1997 y eso es insoportable. Entiendo que Kurt era líder de Nirvana... pero Scott, Slash y yo somos sobrevivientes y pasamos momentos muy duros. Así que lamentablemente yo te diría que Kurt fue uno más".

miércoles, julio 11, 2007

ceros y unos

Aviso que este post es el más largo de todo este blog.

Esto apesta a explicación, pero creo que también me servirá para por primera vez asumir porque mantengo el interés en escribir aquí. O por qué lo recuperé.

Bien, dejé de escribir, porque se me agotaron las cosas por decir. Simple. En realidad, más que nada me aburrí de mi misma, hablando lo mismo, circularmente.

Pero debo reconocer que igual extrañé escribir aquí. Debo decir que también amo a todos los que regularmente comentan aquí, porque noto que sí leen lo que escribí y que además cuentan algo de ellos relacionado con lo escrito. Y eso es lo sublime de todo, porque han llegado las personas justas. Y eso me encanta porque no sé cómo pasó. Quizás los temas, quizás porque vieron un post por ahí, porque yo les postié, en fin. La cosa es que eso me gusta.


En el trabajo, me dijeron que uno en la vida no puede ser anónimo, sino te pierdes. Y eso que a mí me encanta. Me encanta escribir lo que siento sin que nadie – o muy poca gente- lo sepa. Pero a veces es necesario darse a conocer. Todos los días, veo como casi todas las personas que me rodean, y que escriben como yo, luchan -unas más notoriamente que otras- por dejar de ser anónimos.

Igual creo que dejé esto porque me chatié de la tecnología. No sé, le agarré como un odio a la invasión constante. Mails, emesene todos los días, teléfono, fotolog, blog, youtube, en fin. No sé, como que sé que podría ser feliz sin internet. De hecho, las veces que no he tenido, la desesperación ha pasado porque es mi instrumento de trabajo casi fundamental. Pero sería feliz si un día me dijeran: Internet no va a existir más. Al menos por un rato. Tengo mi celular de palo, que no tiene cámara ni nada y soy feliz. Mi papá me dice qué lindo los ipod y mp4 y bla y le digo que en realidad no me interesan. Que prefiero que si quiere regalarme algo, sean vacaciones o no sé, música. Aunque en general, como mi familia nunca ha sido consumista, quizás heredé eso. No siento la necesidad de tener nada tecnológico súperwuachuwein. Es como que me da lo mismo si existen o no los tv plasmas, celulares y cosas.

Con una amiga fuimos a una fiesta en el Miel, hace un tiempo. Era algo de un sello independiente y su aniversario. Había mucha gente, gente “cool” digamos y me reía sentada como pasaban frente a mí, personas que no tenían idea de por qué estaban ahí – igual que yo y mi amiga- pero que trataban de pasarlo bien, quizás pensando en que si los demás estaban sonriendo y bailando esa extraña música, había que hacerlo. Digamos que no estuvo mal. Nada de mal. De hecho lo pasé muy bien. Pero no por la fiesta, sino porque me di cuenta, que aunque uno trate de conocer más gente, finalmente vives en un círculo, que aunque te esfuerces, siempre termina rodeándote. Y sí, a veces el círculo te permite recordar viejos tiempos – muy buenos-, pero a veces, sólo quieres que el círculo se cierre. Y tú estar fuera.

Con otras amigas, soñamos con ir una noche a todos los lugares que queramos y pasar la noche carreteando, disfrazadas de socialites (palabra inglesa, no francesa). También soñamos con manejar un descapotable antiguo (onda Thelma y Louise) y recorrer Sudamérica. Y nos damos cuenta que esta era postmodernista es pura imagen. Nos copiamos todo el rato. Nos vemos en el cine, en revistas y queremos ser como ellos y ellos quieren reflejar lo que supuestamente somos nosotros. Y la imagen la usamos a diario. Y nos aprovechamos de la imagen para sacar ventaja de algunas cosas. Pero en fin. Es el tiempo que nos tocó.

Quiero ir a Cuba antes de que se muera Fidel. Quiero recorrer playas, acampar, recorrer y seguir. Quiero ver la Habana Vieja con mis ojos y con mi mochila al hombro. Pero también quiero estar en un hotel all inclusive sin mover un dedo.

La otra vez vi “Cómo perder a un hombre en 10 días”. Y me identifiqué con Kate Hudson. El personaje mejor dicho. Sólo véanla en el cable. No vale la pena arrendarla. Es de esas buenas chantinis, como las que daban en “Tardes de Cine”. Ja.
La que vale la pena es “Los amantes del círculo polar”. Me dijeron, porque aún es mi gran deuda pendiente.

Extraño Lost y a Desmond (y su acento y su historia).

Cuesta tanto encontrar personas que disfruten tanto del silencio, como de hablar estupideces. Buscaré un curso de francés y uno de guitarra. No sé si es el frío, el bloqueo mental o la poca inspiración porque no me sale nada.

Hace 4 meses y medio compré una revista que quería ver. Hace dos meses, que me trajeron el libro de U2. Y aún ninguna de las dos cosas, he podido leer. Desde hoy, no tengo horarios y por lo tanto tendré vida. Tenía que dejarlo aquí escrito. Ahora es cuando.

Esto debería llamarse: "Mirándose el ombligo por quincuagésima vez".