golosina pop
Hace tiempo que no me despertaba sin maldecir por tener que levantarme rápido, ducharme en menos de cinco minutos, ponerme una polera y unos jeans sin mirar si estaban arrugados y correr.
Porque cuando esos días formaban parte de mi rutina, yo sólo pensaba en lo blanca que era la arena de las playas de hace casi un año, en mi mente sonaba alguna banda sonora de alguna película que había visto inspirada días antes y no podía disfrutar del sabor del chocolate que me había comprado en el kiosco de abajo, porque todavía tenía los efectos de la pasta de dientes en mi boca.
En esos días, después de ducharme y vestirme, armaba el bolso con mi único cuaderno del semestre, dividido en cuatro. No crean que era desordenado. Tengo bonita letra, pero de forma gradual cambió debido a que ya no creo de forma exacta lo que digan los profesores. Y en vez de anotar con una linda letra, dibujaba monitos que hacían más incoherente todo, pero más divertido, cuando había que estudiar.
En esos días, cuando entraba corriendo al carro del metro y miraba donde me podía afirmar, no me sorprendía que la gente me quedara mirando. Pelo mojado a la una de la tarde es extraño. Ojeras a esas alturas del día también. Pero las miradas se convertían en sonrisas cómplices cuando el conductor del metro se equivocaba de estación y daba aviso de combinación cuando no había. Una vez me reí tan fuerte que contagié a el que estaba al lado mío.
En esos días llegaba a la u, y no veía a nadie interesante. Veía los mails y tenía fotos de mi sobrina que vive lejos y correos contándome que el estreno de la obra de teatro era en diciembre y tenía que llegar para ese día. Me metía al msn y los nicks de gente que sólo vive de la u me tenían harta. Eso hasta ahora sucede, porque todavía no terminamos.
En esos días, sólo deseaba tener clases los martes y los jueves, porque en esos días, cambiábamos de lugar y el pasto era el escenario perfecto para dejarse caer y mirar el cielo. ¿Cuántas veces uno se detiene a mirar el cielo e imaginar adivinar hasta dónde llega? Cuando lo hacía, la mayoría de las veces pensaba siempre en lo que creía y a veces, llegaba a pensar si estaré equivocada en todo lo que sé.
Pero esos días tienen su transformación. En estas semanas ha cambiado todo.
Es una sensación extraña terminar el día. Lo mismo me pasa cuando termina un año. Un año que empieza con las mismas ganas que empiezas a comer un chocolate. Te lo vas comiendo lento. Quizás sientes en algún momento que te hostiga pero cuando te lo terminas, te sientes bien, pero al rato piensas en volver a comer un pedazo de él de nuevo. Bueno, eso siento yo. Me hostigué un poco. Pero estoy extrañando comer un pedacito ahora y sentir ese sabor.
Sin embargo, ese pedacito es imposible volver a probarlo. Así que prefiero cambiar de golosina. Una golosina caníbal. Había un grupo que se llamaba así, parece. Me suena.
La otra vez estaba pensando qué canción sería. Todavía no llego a ninguna. Lo que sé si es que creo que soy una canción pop. A veces podría llegar a ser una canción rock, pero lo intenso dura muy poco y a veces me desgasta la euforia.
A algunos les gustan las canciones pop. Otros las bailan solos en sus casas, sin que nadie los vea, porque igual les gusta, pero no lo confiesan. Una canción pop siempre te pone alegre, a pesar de que la letra sea tan sensata como una de rock. Porque en general lo sensato es real y con lo real no siempre sonríes. A algunos los hostiga el ritmo repetitivo, pero a otros ese mismo ritmo los hace sentir que están vivos. Y la repiten una y otra vez.
Como yo ahora, que estoy repitiendo una canción de Black Eyed Pies. “Don’t Lie”
Y no estoy mintiendo.
Porque cuando esos días formaban parte de mi rutina, yo sólo pensaba en lo blanca que era la arena de las playas de hace casi un año, en mi mente sonaba alguna banda sonora de alguna película que había visto inspirada días antes y no podía disfrutar del sabor del chocolate que me había comprado en el kiosco de abajo, porque todavía tenía los efectos de la pasta de dientes en mi boca.
En esos días, después de ducharme y vestirme, armaba el bolso con mi único cuaderno del semestre, dividido en cuatro. No crean que era desordenado. Tengo bonita letra, pero de forma gradual cambió debido a que ya no creo de forma exacta lo que digan los profesores. Y en vez de anotar con una linda letra, dibujaba monitos que hacían más incoherente todo, pero más divertido, cuando había que estudiar.
En esos días, cuando entraba corriendo al carro del metro y miraba donde me podía afirmar, no me sorprendía que la gente me quedara mirando. Pelo mojado a la una de la tarde es extraño. Ojeras a esas alturas del día también. Pero las miradas se convertían en sonrisas cómplices cuando el conductor del metro se equivocaba de estación y daba aviso de combinación cuando no había. Una vez me reí tan fuerte que contagié a el que estaba al lado mío.
En esos días llegaba a la u, y no veía a nadie interesante. Veía los mails y tenía fotos de mi sobrina que vive lejos y correos contándome que el estreno de la obra de teatro era en diciembre y tenía que llegar para ese día. Me metía al msn y los nicks de gente que sólo vive de la u me tenían harta. Eso hasta ahora sucede, porque todavía no terminamos.
En esos días, sólo deseaba tener clases los martes y los jueves, porque en esos días, cambiábamos de lugar y el pasto era el escenario perfecto para dejarse caer y mirar el cielo. ¿Cuántas veces uno se detiene a mirar el cielo e imaginar adivinar hasta dónde llega? Cuando lo hacía, la mayoría de las veces pensaba siempre en lo que creía y a veces, llegaba a pensar si estaré equivocada en todo lo que sé.
Pero esos días tienen su transformación. En estas semanas ha cambiado todo.
Es una sensación extraña terminar el día. Lo mismo me pasa cuando termina un año. Un año que empieza con las mismas ganas que empiezas a comer un chocolate. Te lo vas comiendo lento. Quizás sientes en algún momento que te hostiga pero cuando te lo terminas, te sientes bien, pero al rato piensas en volver a comer un pedazo de él de nuevo. Bueno, eso siento yo. Me hostigué un poco. Pero estoy extrañando comer un pedacito ahora y sentir ese sabor.
Sin embargo, ese pedacito es imposible volver a probarlo. Así que prefiero cambiar de golosina. Una golosina caníbal. Había un grupo que se llamaba así, parece. Me suena.
La otra vez estaba pensando qué canción sería. Todavía no llego a ninguna. Lo que sé si es que creo que soy una canción pop. A veces podría llegar a ser una canción rock, pero lo intenso dura muy poco y a veces me desgasta la euforia.
A algunos les gustan las canciones pop. Otros las bailan solos en sus casas, sin que nadie los vea, porque igual les gusta, pero no lo confiesan. Una canción pop siempre te pone alegre, a pesar de que la letra sea tan sensata como una de rock. Porque en general lo sensato es real y con lo real no siempre sonríes. A algunos los hostiga el ritmo repetitivo, pero a otros ese mismo ritmo los hace sentir que están vivos. Y la repiten una y otra vez.
Como yo ahora, que estoy repitiendo una canción de Black Eyed Pies. “Don’t Lie”
Y no estoy mintiendo.
2 Comments:
Y yo repito las melodías de Robbie Williams, lo dije y qué?
(que estudias?)
Saludos,
Carlos
Hola que tal?, interesante y divertido el blog!, saludos,
JD
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